El mundo escudriñado detrás de una barra.

Al otro lado

Cuando era pequeño quería ser un astronauta, bueno, he hecho a más de uno ver las estrellas pero no a través de un trasbordador espacial y he conocido seres que bien podrían venir de un planeta lejano, o al menos eso es lo que desearían ellos.

Recuerdo esto, mientras paso la fregona por el local y borro todas sus huellas, para que todo vuelva a estar igual a como empezó, mi particular big bang.


Muchas de estas personas ya estarán durmiendo plácidamente y no recordaran nada de lo que han hecho hoy, por mi parte, mi misión es la de ser la gran conciencia que atestigüe su paso por este mundo.

No pretendo ser dios, no soy mejor que ellos, juntos formamos un gran club de perdedores condenados al olvido, sin embargo, paro un momento y miro las noticias en la tele y me doy cuenta de que el mundo ahí fuera no es un lugar mucho mejor, lo que pasa aquí no es más que una reproducción a pequeña escala del mundo exterior, algo en mi interior me dice que se puede encontrar la cura dentro de la enfermedad, estas vidas anónimas son el verdadero reflejo de nuestra sociedad, y no la gente que aparecerá en los libros de historia.

Tratare de ordenar el cosmos desde detrás de la barra.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Dafne

Su piel era blanca como la leche, cabello rubio recogido con una coleta y una camiseta bastante holgada de Violadores del verso que hacía intuir unas tetas enormes, unos pantalones de senderismo Decathlon y unas zapatillas DC blancas; su forma de vestir era como ponerle un marco de Ikea a un Miguel Ángel. 

Dafne abrió la puerta de un bar lleno a rebosar. Era la final de la Copa del rey del año 2011, jugaba el Real Madrid contra el Barcelona y a Dafne la acompañaba una morenita que tampoco estaba nada mal. Desde el primer momento no pude evitar centrar mi mirada en ella; como si el destino estuviera de mi parte, la rubia también se fijo en mí y nos miramos a los ojos con intensidad, sin desviar ni un ápice la mirada hacía el televisor, Dafne y su amiga llegaron hasta la barra, y yo me olvidé hasta de que era el barman ; como un idiota me presenté ante ella con dos besos, ella me devolvió a la cruda realidad al pedirme dos jarras de cerveza que ellas beberían apasionadamente y a gran velocidad sin volver a reparar en mi presencia ni por un instante… Solo volverían a dirigirse a mí al terminar la cerveza para pedir otras dos… 

Mientras los dos rivales llegaban a la prórroga, Dafne y su amiga no paraban de reírse y hacer bromas, cantaban “alcohol, alcohol, alcohol… A algunos les molestaba, otros las acompañaban a viva voz… Al fin y al cabo el duelo entre aquellos multimillonarios equipos empezaba ya a estar un poco trillado…




Dafne se fue un momento al baño y al volver parecía renovada, esta vez quería que las invitara a unos chupitos… No soy muy dado a invitar a nada, pero lo entendí como pago por no haberles quitado el ojo de encima en toda la noche. Más tarde, al inspeccionar el baño encontré un polvo blanco, eso explicaría que Dafne y su amiga fueran capaces de soportar tal desmesurada ingesta de alcohol; se lo pregunté al terminar el partido, cuando nos quedamos solos los tres, Dafne no solo no lo negó sino que me pregunto si estaba interesado en comprarle cocaína… Me sorprendió tanto que no pude evitar una sonora carcajada, le contesté al vacile replicándole que no creía que llevara suficiente “farina” encima como para pagar todo lo que se había bebido… Seguidamente le pedí que me pagara en efectivo aquella increíble suma de jarras, cubatas y chupitos, cosa que hizo en el acto con unos cuantos billetes arrugados mientras me indicaba chulescamente que me quedara con el cambio. La verdad es que si no hubiera estado tan buena las cosas hubieran sido muy distintas… 

Se hizo tarde y eché la persiana; aun acompañaría a Dafne unas horas, nos fumamos un porro en el local cerrado, luego caminamos hacia su casa, hacía su dormitorio y finalmente hacia su pelvis, azuzada ella por la mierda que se había tomado y yo por cierto enamoramiento; nos apareamos como monos en celo y, al terminar de corrernos, bromeé al decirle que no estaba nada mal para un miércoles… Ella sonrió agotada y se quedó dormida, yo la arropé de forma paternalista (volvería a ejercer ese papel muchas más veces de las que me gustaría) y me fui a mi casa donde con la ducha llegaron los recuerdos y la inevitable paja.

Así comenzamos a vernos esporádicamente, aunque algunas veces acabara pidiéndole un taxi porque se había puesto demasiado alegre, demasiado pronto…, aunque tuviera que advertirle que no podía hacer trapicheos en mi local, aunque a veces su aspecto fuera fantasmagórico, aunque se fuera de viaje a Italia, Malta, Marruecos… A la menor ocasión y sin ni siquiera mandar un simple sms… Al volver, con la piel tostada por el sol, resplandeciente…, se me olvidaba toda la cantidad de mierda que me hacia tragar con sus locuras.

Lo cierto es que esta ciudad no estaba hecha para ella y las cosas se estaban poniendo cada vez peor: más redadas, menos beneficios y peores clientes… Al final, como tantos españoles ha tenido que emigrar, aunque en este caso haya sido a un destino turístico, donde por lo que se ve le va bastante bien. 

Dafne, esta va por ti… 






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